
Todos nos quedamos atrapados, incluso nuestros clientes
Como coaches, trabajamos con personas que quieren avanzar, crecer y vivir con mayor plenitud. Pero muchas veces, no importa cuán motivado esté un cliente, hay algo invisible que lo frena. Es como si se quedara atrapado en su propia mente.
¿Te ha pasado?
A esto le llamamos trampas de pensamiento.
Patrones mentales automáticos, distorsionados y limitantes que impiden avanzar, tomar decisiones o ver las cosas con claridad. Si aprendemos a identificarlas y trabajar con ellas, podemos desbloquear avances significativos en las sesiones.
¿Qué son las trampas de pensamiento?
Las trampas de pensamiento (o distorsiones cognitivas) son maneras habituales —pero inexactas— de pensar, que tienden a ser negativas, automáticas y rígidas. Son pensamientos que parecen reales, pero que distorsionan la realidad y afectan negativamente la emoción y la conducta.
Estas trampas son comunes y forman parte del funcionamiento natural del cerebro humano, pero cuando se vuelven frecuentes, pueden limitar seriamente el bienestar y la toma de decisiones.
¿Por qué es importante para un coach conocerlas?
Aunque el coaching no es terapia, muchos clientes traen a la sesión temas emocionales, creencias limitantes o pensamientos repetitivos que los estancan. Entender las trampas de pensamiento te permite:
- Escuchar con mayor profundidad e identificar patrones invisibles.
- Diseñar preguntas más poderosas y estratégicas.
- Acompañar al cliente a generar nuevas perspectivas y tomar acción.
Este conocimiento es especialmente útil para coaches que trabajan con profesionales, líderes o personas en momentos de transición.
Las trampas de pensamiento más comunes

Aquí tienes una guía práctica con ejemplos claros para reconocer estas trampas en tus sesiones:
1. Catastrofismo
El catastrofismo es la tendencia a imaginar y anticipar el peor resultado posible ante una situación, por improbable que sea, y vivirlo como si fuera un hecho inminente. Esta distorsión magnifica los problemas y minimiza tu capacidad para afrontarlos, generando una ansiedad desproporcionada ante la incertidumbre. La mente salta directamente a la tragedia sin evaluar los hechos objetivos.
Ejemplo: “Si cometo un error en esta reunión, mi carrera se acaba.”
2. Pensamiento Todo o Nada
Esta distorsión, también conocida como pensamiento dicotómico o polarizado, nos lleva a ver la realidad en categorías absolutas: blanco o negro, éxito total o fracaso absoluto. Si una situación no es perfecta, se descarta por completo como si no valiera nada. Esta rigidez impide apreciar los logros parciales, el aprendizaje en el proceso o los “grises” de la vida, fomentando un perfeccionismo paralizante.
Ejemplo: “O soy el mejor gerente, o soy un fracaso.”
3. Lectura de Mentes
Esta trampa consiste en creer que tienes acceso directo a los pensamientos internos de otra persona, asumiendo intenciones o juicios negativos hacia ti sin ninguna prueba objetiva. En lugar de preguntar o validar, das por hecho que el otro te está juzgando, criticando o desaprobando, lo que a menudo es una proyección de tus propias inseguridades o miedos internos.
Ejemplo: “Mi cliente seguro cree que no soy lo suficientemente bueno.”
4. Personalización
Esta distorsión te lleva a creer que eres la causa principal de eventos negativos externos, ignorando otros factores que contribuyen a la situación. Implica tomarse las cosas de manera excesivamente personal, interpretando situaciones neutras o contratiempos generales como un reflejo directo de tu valía o desempeño, lo que genera una carga de culpa innecesaria y agotadora.
Ejemplo: “Es mi culpa que la sesión no haya sido útil.”
5. “Debería”
Esta trampa se basa en la imposición de normas estrictas e inflexibles sobre cómo tú (o los demás) tenéis que comportaros, sin tener en cuenta el contexto real o las circunstancias del momento. Estas expectativas actúan como un juez interno severo: cuando no cumples con estos estándares idealizados, el resultado no es aprendizaje, sino una profunda sensación de culpa, vergüenza o sensación de insuficiencia. Es pelear contra la realidad tal y como es, a favor de cómo crees que “tiene que” ser.
Ejemplo: “Debería estar más avanzado como coach a esta altura.”
6. Razonamiento Emocional
Asumir que si te sientes mal, todo debe estar mal.
Esta distorsión cognitiva ocurre cuando utilizas tus emociones inmediatas como si fueran evidencia comprobada de la verdad. En lugar de observar la realidad objetiva, validas tu pensamiento basándote exclusivamente en cómo te sientes (“Si me siento un impostor, es porque debo serlo”). Olvidas que los sentimientos son temporales y no siempre reflejan los hechos, creando un círculo vicioso donde la emoción negativa confirma la creencia limitante.
Ejemplo: “Me siento inseguro, así que seguro no soy buen coach.”
7. Sobreestimación de la Probabilidad
Exagerar la posibilidad de que algo malo ocurra.
Esta trampa consiste en confundir lo “posible” con lo “probable”. Tu mente toma un riesgo remoto o una preocupación hipotética y la trata como si fuera un hecho casi seguro. Esto eleva los niveles de ansiedad innecesariamente, ya que te preparas constantemente para desastres que tienen muy pocas probabilidades de suceder en la realidad.
Ejemplo: “Seguro nadie se inscribe en mi próximo taller.”
8. “No es justo”
Esta distorsión cognitiva, a menudo llamada la “falacia de justicia”, ocurre cuando mides cada situación con una regla personal de lo que es justo, esperando que el mundo se adhiera a ella. Como la vida y las demás personas no suelen seguir tus reglas internas de equidad, terminas sintiéndote resentido, enojado o víctima de las circunstancias. Gastas energía valiosa quejándote de cómo deberían ser las cosas, en lugar de aceptarlas tal como son y buscar soluciones prácticas.
Ejemplo: “No es justo que otros coaches con menos experiencia tengan más éxito.”
9. “Si Solo…”
Esta trampa implica vivir mentalmente en el pasado, obsesionándose con cómo podrían haber sido las cosas si hubieras tomado decisiones diferentes. Es una forma de pensamiento que idealiza un camino no tomado, generando una fantasía donde todo sería perfecto “si tan solo” hubieras actuado distinto. Al enfocarte en lo que ya no puedes cambiar, te quedas atrapado en un ciclo de culpa y nostalgia estéril que te paraliza e impide actuar constructivamente en el presente.
Ejemplo: “Si solo hubiera elegido otra formación, estaría mejor ahora.”
¿Cómo trabajar con estas trampas como coach?
No se trata de “arreglar” al cliente ni de diagnosticar. Se trata de acompañar su proceso de toma de consciencia.
Aquí tienes una mini guía de intervención:
Paso 1: Observa con curiosidad
El primer objetivo es generar distancia. A menudo, el cliente está “fusionado” con su pensamiento; cree que él es su pensamiento. Tu rol es invitarlo a dar un paso atrás y observar su mente como un testigo imparcial.
La técnica del etiquetado:
Invita al cliente a ponerle un nombre a la trampa. No es lo mismo decir “Soy un desastre” que decir “Estoy notando que acaba de aparecer la trampa del Catastrofismo”.
Atención plena:
Pregúntale qué siente en el cuerpo cuando aparece ese pensamiento. ¿Hay tensión? ¿Cambia su respiración? Esto ayuda a detectar la trampa antes de que tome el control.
Paso 2: Cuestiónalo suavemente
Aquí actuamos como “abogados del diablo” pero desde la empatía, no desde la confrontación. El objetivo es flexibilizar la rigidez mental.
Buscando evidencia:
Pide al cliente que actúe como un científico. ¿Qué datos objetivos (hechos, no sentimientos) apoyan este pensamiento? ¿Qué datos lo contradicen?
La pregunta del mejor amigo:
“¿Si tu mejor amigo estuviera en esta situación y te dijera esto, qué le responderías?”. Esto suele desbloquear una compasión que el cliente no se aplica a sí mismo.
Evaluar la utilidad:
A veces no importa si el pensamiento es “verdad” o no, sino si es útil. Pregunta: “¿Pensar esto te acerca o te aleja de tus objetivos?”.
Paso 3: Explora alternativas más funcionales
Una vez que el pensamiento limitante ha perdido fuerza, hay un espacio vacío que debemos llenar con una nueva perspectiva. No buscamos un “pensamiento positivo” falso (ej. “Todo es maravilloso”), sino un “pensamiento realista y constructivo”.
Reencuadre:
Ayuda al cliente a redactar una nueva frase que sea creíble para él pero más equilibrada. Por ejemplo, cambiar “Todo va a salir mal” (Catastrofismo) por “Es un reto difícil, pero me he preparado y puedo manejar los imprevistos”.
El espectro de posibilidades:
Si el cliente está en “Todo o Nada”, invítalo a ver los grises. “¿Qué sería un resultado ‘suficientemente bueno’ en esta situación?”.
Paso 4: Aterriza en acción
¿Qué acción concreta puede tomar desde esta nueva perspectiva?
El insight (darse cuenta) sin acción es solo entretenimiento mental. Para consolidar el nuevo pensamiento, el cerebro necesita ver pruebas en la realidad.
Diseño de experimentos:
Invita al cliente a probar su nueva creencia. Si ahora piensa “Puedo pedir ayuda sin parecer débil”, la acción concreta podría ser enviar un correo solicitando feedback esa misma tarde.
Micro-pasos:
Si la trampa generaba parálisis, busca la acción más pequeña posible que rompa la inercia. El movimiento genera confianza y debilita la trampa de pensamiento original.
Beneficios para el cliente (y para ti como coach)
Trabajar con trampas de pensamiento puede:
- Aumentar la claridad mental del cliente.
- Disminuir su nivel de estrés y autoexigencia.
- Mejorar la calidad de las decisiones que toma.
- Abrir nuevas posibilidades de acción.
Y para ti como coach, te da herramientas para profundizar tus sesiones, elevar tu presencia y convertirte en un acompañante más efectivo.



